martes, 11 de mayo de 2010

Tendrás buenos y malos días pero las nubes nunca tendrán la culpa de nada.


Hoy al abandonar la consulta empezaba a pensar que no podría ayudarla. La sesión había vuelto a ser un fracaso. Carecía de disposición de autoanálisis y practicamente no tenía ni voluntad de habla. Su falta de sentimientos hacía cualquier cosa me empezaba a resultarme odiosa. ¿Era un caso perdido? ¿Una vida infeliz más a la que no poder ayudar?
Pero cuando nos despedíamos, mientrás recogía su abrigo, ha empezado a despotricar del tiempo. No era un comentario típico con tal de disimular una despedida esperada. No eran palabras que simplemente querían disfrazar un silencio que habría hecho más notorio el fracaso de la sesión. Despotricaba con odio. Odiaba al mal tiempo.
Yo, sin ánimo de ofender, y practicamente como un acto reflejo al tema, le he citado palabras que tiempo atrás alguien dijo y que me parecieron, simplemente, de carácter optimista.

-Tendrás buenos y malos días pero las nubes nunca tendrán las culpa de nada!

Se ha quedado un momento con la mirada fija en la puerta y la mano en el pomo. Al girarse, secamente, con un hilo de voz ha dicho:

- El día que cumplí 11 años mi hermano murió en accidente de moto. Era un dia de lluvia, la moto resvaló y un coche no pudo esquibarlo.

Sín tiempo a reacción alguna ni disculpa se ha ído.
Después de sentirme francamente mal e incluso estúpido he observado por la ventana. El cielo estaba negro opaco, pronto empezaría a llover. No he tardado mucho en sentirme algo mejor, incluso me atrevería a decir esperanzado.

En cuanto al accidente, o mejor dicho, a la cita, creo que si se pudiera culpar, la culpa fue de la lluvia, no de las nubes. Porqué... las nubes tiene la culpa de la lluvía? ¿Pueden las nubes como tal, sín complemento tormentístico alguno, causar mal?

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